Hace un par de años confesaba en este blog que me costaba muchísimo sentarme a meditar y no había conseguido todavía que fuera un hábito en mi vida. Desde entonces, y sobre todo en el último año, las cosas han cambiado y se ha convertido en una herramienta imprescindible en mi vida. Te confieso que no medito todos los días (aunque me gustaría llegar a hacerlo), pero si paso más de tres días sin hacerlo, lo noto muchísimo.
Este año en particular es una práctica que me ha aportado mucha estabilidad, y por eso me gusta compartirla con vosotros de una manera honesta y sencilla, compartiendo también todos los obstáculos que he encontrado y sigo encontrando, para que recuerdes que hay pocas personas a las que les resulte fácil crear este hábito, y que no te exijas perfección.
En mi caso, algo que me abruma es la cantidad de tipos de meditación que hay en todas partes. Si quiero meditar y voy a YouTube puedo encontrar desde una meditación para dormir mejor, para contactar con mi ángel de la guarda, manifestar el amor de mi vida o un negocio que me traerá abundancia económica. Personalmente esta amplia oferta me presenta un problema, y es que no sé qué elegir. Si tenía 20 minutos para sentarme, ahora tengo 5, porque llevo 15 filtrando todo lo que encuentro. Es como cuando te sientas a elegir una película en Netflix, y pasa la noche y no has visto nada más que los menús.
Por eso siempre, aunque haya probado otros estilos, he vuelto una y otra vez a Mindfulness, como es conocido en occidente el estilo de meditación budista que consiste en observar nuestra experiencia, tal y como es, sin juzgar, sin intentar alterar nada, observando con cariño y compasión. Para mí crea un espacio en el que me doy permiso a ser tal y como soy, a estar tal y como estoy en ese momento.
Al principio, lo que domina el tiempo que pasamos meditando son los pensamientos. Nuestra mente está llena de ellos (su trabajo es, al fin y al cabo, pensar), y nos distrae de todo lo demás que forma parte de nuestra experiencia: sensaciones en nuestro cuerpo, olores, sabores, emociones… Por eso, podemos comenzar a practicar prestando atención a la respiración, a las sensaciones del cuerpo y emociones antes de invitar a nuestros pensamientos.
En la meditación en directo ayer nos centramos en las sensaciones en nuestro cuerpo. Se trata de una meditación sencilla que puedes hacer siempre que quieras descargándotela. No hay música… es la reproducción de la meditación guiada de ayer, tal cual. Lo que sí hay es un maullido compungido de mi gato, más o menos por la mitad, para que no te pille de demasiada sorpresa.
Espero que te sea útil y la disfrutes tantas veces como quieras. Si quieres compartir algo sobre tu experiencia meditando, ya sea con esta práctica en concreto o los obstáculos que has encontrado tú, puedes dejar un comentario.